jueves, 10 de noviembre de 2011

"La verdadera crisis mundial"


El hambre es hoy el principal problema del mundo. La Cumbre de Roma convocada por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), trató de hacer frente a este problema, pero según los resultados, fue un fracaso. No abordó en profundidad el sistema alimentario mundial que favorece la especulación y beneficia sólo a las grandes corporaciones. Los intereses de los países ricos no permitieron dar pasos hacia soluciones reales para acabar con el hambre en el mundo.


La declaración final quedó sólo en buenas intenciones con compromisos mínimos: “luchar por todos los medios para erradicar el hambre”, “invertir en el sector agrícola”, “buscar un comercio más justo”, pero sin ofrecer los medios para lograrlo.


1. La realidad del hambre


La realidad es cruda e hiriente. Es necesario conocerla para cambiarla. Los datos son cada vez más desafiantes. Cada día mueren 70.000 personas por hambre en el mundo. Cada cinco segundos muere de hambre o por sus secuelas inmediatas un niño menor de diez años. Más de 6 millones de niños murieron en 2007. Hay 854 millones de seres humanos viviendo en situación de hambruna (1). En el tiempo que se tarda en leer esta declaración habrán muerto alrededor de 300 personas de hambre, la mayoría niños.


A todo esto hay que añadir los millones de personas que se encuentran en una situación de desnutrición crónica. La ONU señala que 2.200 millones de seres humanos, es decir uno de cada tres habitantes del planeta viven en estado de desnutrición crónica. Según Ziegler, el número de víctimas de la desnutrición crónica aumentó en la última década en 28 millones, mientras que, paradójicamente, al mismo tiempo aumentó la renta mundial en un 2,5% anual (2).


El mayor número de personas hambrientas, 515 millones, viven en Asia, donde representan el 24% de la población total. Pero si hablamos de la proporción de las víctimas, el precio más alto lo paga el África negra, donde hay 186 millones de seres humanos en situación de hambruna permanente y severa, es decir, el 34% de la población total de la región. La mayoría de estas personas son niños.




Un niño privado de la alimentación adecuada desde que nace hasta los 5 años, padecerá las secuelas durante toda su vida. Privados de alimento, sus células cerebrales habrán sufrido daños irreparables. El hambre y la desnutrición crónicas constituyen una maldición hereditaria. Todos los años, cientos de miles de mujeres africanas severamente infraalimentadas ponen en el mundo a cientos de miles de niños afectados por la desnutrición y el hambre.


La situación de hambruna permanente explica el fenómeno migratorio del sur hacia el norte. Los latinoamericanos, magrebíes y subsaharianos no emigran hacia Estados Unidos, Canadá o Unión Europea por gusto. El hambre los empuja a abandonar su tierra en busca de mejores oportunidades de vida. Sólo en Estados Unidos hay un promedio de 36 millones de emigrantes. A nivel mundial sobrepasan los 100 millones.


Las estadísticas son frías. Pero el drama humano está ahí. Es el sufrimiento y la angustia lacerante que tortura a cualquier ser humano ver morir de hambre a un miembro de la familia. Hombres, mujeres, niños y ancianos que al despertar por la mañana no encuentran qué comer. Vivir en esa angustia es, seguramente, todavía más terrible que soportar cualquier otro dolor.


La muerte por hambre ocurre en una especie de normalidad estática, todos los días, en un planeta desbordante de riquezas. Jacques Diouf, dirigente de la FAO, constata que en el estado actual de desarrollo de las fuerzas agrícolas de producción, el planeta podría alimentar sin problemas a 12.000 millones de seres humanos, es decir, el doble de la población mundial actual (3).


Esta masacre cotidiana por el hambre no obedece a ninguna fatalidad. Detrás de cada víctima hay un asesino.


2. Causas del hambre


El orden mundial actual, (que más que orden podríamos llamar “desorden”), expresado en el capitalismo neoliberal, es injusto, inhumano y salvajemente criminal. La ecuación es simple: quien tiene dinero come y vive, quién no lo tiene sufre, pasa hambre y muere. Cualquier muerte por hambre es un asesinato, del cual el primer mundo y los poderosos de los países del sur son responsables.


No se puede luchar contra el hambre y la pobreza sin cuestionar las causas que los provocan. Partimos con este interrogante: ¿Cómo es posible que con la ayuda extranjera, además de los préstamos internacionales, haya aumentado de forma espectacular la pobreza y el hambre en los países del sur? Las causas son múltiples.


En primer lugar señalamos la injusta distribución de la riqueza debido a las relaciones de explotación Norte-Sur, que con la imposición de la globalización neoliberal, se agudiza aún más la brecha entre el mundo rico y el mundo pobre.
En este sentido sobresale el papel de las grandes corporaciones o compañías trasnacionales de los países ricos que, como aves de rapiña, caen sobre los países del sur para explotar y saquear su materia prima. Muchos países del Sur son ricos en minerales y productos agrícolas, pero esta riqueza es explotada por las multinacionales del Norte. Por ejemplo, en Guatemala, la multinacional canadiense Montana se lleva el 99% de la producción de oro, dejando para el país el 1%. Las trasnacionales son atraídas por los ricos recursos naturales, el alto rendimiento debido a los bajos salarios y la casi ausencia de impuestos, regulaciones medioambientales, derechos laborales y costos de seguridad laboral. Entre el débil y el fuerte la libertad económica oprime.
Desplazamiento de las poblaciones locales de sus tierras y el saqueo de sus fuentes de autosuficiencia por las empresas que crean mercados de trabajo saturados de gente desesperada y forzada a vivir en villas miseria y a trabajar duro por salarios de hambre, violando a menudo las leyes de estos países sobre el salario mínimo.
El comercio injusto y especulación financiera de los alimentos y de la producción agrícola. Por ejemplo, el 55% de la producción de trigo está controlada por la especulación (4).
La deuda externa que actúa como un instrumento de sumisión de los países del norte sobre el sur. Estos países se ven obligados a recortar los servicios públicos para ir pagando la deuda. Por ejemplo, un país pobre solicita un préstamo al Banco Mundial (BM) para el fortalecimiento de algunos aspectos de su economía. Si no puede devolver los altos intereses, se verá forzado a pedir un nuevo préstamo, pero esta vez al Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero el FMI impone un programa de “ajuste estructural”, que asigna a los países la concesión de exenciones fiscales a las transnacionales, la reducción de los salarios, la no protección de las empresas locales de las importaciones extranjeras. Se presiona para que privatice su economía y venda a precios escandalosamente bajos sus minas y servicios públicos a las empresas privadas. Estos países son forzados a abrir sus bosques y sus tierras en beneficio de explotaciones mineras a cielo abierto, sin el menor miramiento del daño ecológico que pueda causarse. Las naciones deudoras también deben recortar los subsidios para salud, educación, seguridad alimentaria, protección medioambiental, con el objetivo de gastar menos en su gente y para disponer de más dinero para satisfacer los pagos de la deuda (5).
Los monocultivos en los países del sur (por ejemplo café, caña de azúcar, cardamomo…), lo que requiere grandes cantidades de pesticidas, reduciendo cada vez más las áreas cultivadas de cientos de variedades de cosechas que tradicionalmente servían de alimento a la población local.
La utilización de agrocombustibles para la producción del etanol que so pretexto de contaminar menos el ambiente, reduce la producción agrícola con fines alimentarios. Amplias zonas que antes se dedicaban al cultivo de cereales para el consumo, ahora se destinan para la producción de biocombustibles.
La carrera armamentista. Los gobiernos del mundo en el año 2007 gastaron 1,3 billones de dólares en armas , un 6% más que el año anterior (6). El gasto militar a nivel mundial aumentó el 49,2% en la última década. Sólo Estados Unidos representó el 46% del gasto militar en todo el mundo, seguido por el Reino Unido, China y Francia. España ocupa el decimoquinto lugar en la lista de los países con más gasto militar. En el mundo se gasta 190 veces más en armas que en combatir el hambre.
El excesivo gasto consumista del primer mundo (el 20 por ciento la humanidad consume el 73 por ciento de los recursos del planeta, mientras que el 80 por ciento del sur sólo tiene acceso al 17 por ciento). La sociedad de bienestar del primer mundo tiene más de lo que necesita. La socióloga noruega Harlem Bruntland ha investigado y demostrado que si los siete mil millones de habitantes del planeta consumieran lo mismo que los países desarrollados, harían falta diez planeta como el nuestro para satisfacer todas sus necesidades (7). En realidad lo que a unos les sobra a otros les falta.
El cambio climático que en algunas regiones del planeta provoca grandes inundaciones y en otras persistentes sequías. El sistema neoliberal se desarrolla destruyendo la naturaleza. Pues su criterio es producir y consumir cada vez más sin medir las consecuencias medioambientales.
La explosión demográfica es otro de los elementos a tener en cuenta. Sin embargo, dijimos que el planeta, con la producción existente, tiene capacidad para alimentar a 12.000 millones de personas. En la actualidad no llega a los 7.000 millones. La tierra tiene suficiente riqueza para alimentar a todos sus habitantes. “La tierra da lo suficiente para satisfacer las necesidades de los hombres, pero no su ambición”, señalaba Gandhi.


3. Alternativas


No basta conocer la realidad y las causas de la pobreza y del hambre. Es necesario, sobre todo, proponer alternativas que conduzca a un cambio eficiente. Entre otras, señalamos:


En primer lugar, el desarrollo de la conciencia ética y de la sensibilidad frente al dolor de millones de hombre y mujeres, particularmente niños que sufren y mueren de hambre, a través de los medios de comunicación, la educación formal y no formal. Generar, asimismo, una conciencia nueva de solidaridad a todos los niveles y de ciudadanía universal.
Desarrollo de la cultura de la austeridad. Se trata de consumir menos, no derrochar sobre todo en la alimentación, para que otros puedan vivir con dignidad. Esto está exigiendo una revolución ética y espiritual que las iglesias, movimientos sociales, organizaciones populares, ong,s, medios de comunicación… deberían priorizar en su práctica y discurso.
La solución al problema del hambre en el mundo no va a llegar por la simple ayuda humanitaria, que en casos concretos y puntuales será muy necesaria, sino por cambios estructurales en los países del sur, pues son naciones ricas llenas de empobrecidos a causa de la injusticia.
Exigir a las instituciones del Estado que aporten el 0,7 del PIB. La cooperación es necesaria, pero debe ser siempre complementaria a la lucha contra la deuda externa, a las exigencias de un comercio mundial justo y de unos mercados financieros regulados internacionalmente. El gobierno de España, en este sentido, se comprometió en la Cumbre de Roma a destinar 500 millones de euros en cuatro años para paliar la crisis. Pero esto sería insuficiente si no se afronta seriamente las causas estructurales del hambre y el subdesarrollo.
Implementar políticas de ayuda, de manera que éstas fortalezcan las economías locales en lugar de debilitar las iniciativas comunitarias autóctonas. La ayuda humanitaria en general puede desalentar a los productores locales y crear dependencia e incluso puede favorecer a los intermediarios y generar corrupción.
Mayor control de la especulación de los productos alimentarios por parte de los Estados y de las empresas que operan en el sur, para que dejen de lucrar descaradamente con sus materias primas y de explotar la mano de obra barata de sus gentes, y prioricen el desarrollo sostenible de los pueblos del sur (8). Supresión del IVA a los productos de la canasta básica.
Insistir en la creación de un tribunal internacional que haga justicia a los hambrientos, defienda su derecho a la alimentación, reconozca el derecho a producir sus alimentos y obtenerlos a un bajo costo y proteja el derecho a la vida. Es evidente que una política económica, social y financiera que cumpliera al pie de la letra todos los derechos humanos, políticos y civiles, económicos, sociales y culturales, individuales y colectivos, rompería tajantemente el orden absurdo y mortífero del mundo actual y necesariamente originaría una distribución más justa de los bienes, satisfacería las necesidades vitales de las personas y las protegería del hambre.
Apoyo a las organizaciones y movimientos que luchan por un cambio socio-económico profundo en las leyes y en la estructura nacional, en orden a la búsqueda de mayor justicia y equidad.
Apoyar las iniciativas del Comercio Justo que ya se está desarrollando en algunos países entre el sur y el norte.


Sumarse a la red internacional de resistencia y alternativas a la globalización del mercado, sobre todo ofreciendo resistencia a la implementación de los agrocombustibles a expensas de la producción agrícola para la alimentación. Y Apoyo a la resistencia al pago de la deuda externa de los países subdesarrollados.
Oponerse organizada y enérgicamente a toda carrera armamentista y a toda intervención militar, incidiendo en los respectivos gobiernos para que abandonen esta absurda e inhumana política. Es por eso que condenamos enérgicamente la guerra de Estados Unidos y sus aliados en Irak, las guerras en diferentes regiones de África auspiciadas por intereses económicos y estratégicos de las grandes potencias, las agresiones de Israel contra el pueblo palestino. Nos oponemos a la OTAN porque ésta es una iniciativa de los países poderosos para justificar el armamentismo y el control geopolítico y económico del mundo por medio de la fuerza militar. Al mismo tiempo, generar un movimiento de desarme y desmilitarización de las conciencias en la sociedad civil. Este es el desafío que tenemos de cara al futuro para recrear un mundo nuevo de vida digna, paz y bienestar para todos.



Blogger: Frank Dowell Tabares
Contacto: siglo21blog@live.com

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